Sorprendentemente, en pocas semanas se ha evolucionado de una tolerancia hacía fallos en las reglas de la comunicación escrita, a un resurgimiento de las voces que claman por una correcta expresión, más refinada cuanto mayor sea el nivel educativo que se alcance.
En esta línea ascendente, hemos pasado de unas declaraciones de responsables sindicales que lamentaban que se hubieran valorado negativamente las faltas de ortografía en las oposiciones a la enseñanza pública, a una corriente donde se aboga por el renacer de las reglas ortográficas desde la educación básica en adelante.
Este movimiento inicialmente abierto por El País, ha sumado adeptos en los diferentes medios de comunicación (periódicos y televisión) con amplio espectro ideológico. En ese amplio catálogo me gustaría destacar este artículo de Quim Monzó en La Vanguardia, en el cual trata el problema con su peculiar estilo .